Una investigación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín demostró que la cáscara de la pitahaya amarilla concentra compuestos naturales que permiten producir suplementos ricos en fibra y antioxidantes, ideales para mejorar la digestión y aprovechar mejor los alimentos.
Alejandra Mesa González, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos, cuenta que en la empresa donde trabajaba, veía cómo cada semana se desechaban kilos de pitahaya sin aprovechar. Esa situación despertó su curiosidad y la motivó a estudiar las propiedades de la cáscara en el Laboratorio de Frutas y Hortalizas de la Universidad, para transformarla en una harina con valor nutritivo y potencial uso en la industria alimentaria.
El aporte de la investigadora apunta en dos direcciones: responder a la creciente demanda de suplementos naturales y ofrecer una salida sostenible al desperdicio de residuos frutales.
La cáscara de la pitahaya amarilla —que representa cerca del 30 % del peso total del fruto y suele terminar en la basura— surge como una alternativa viable para aprovechar su alto contenido de fibra dietaria y antioxidantes naturales, sustancias que protegen las células del cuerpo frente al envejecimiento y las enfermedades.
En un primer paso en el proceso de caracterización del residuo, las frutas se desinfectan y despulpan para determinar el porcentaje de cáscara aprovechable. En la siguiente etapa, las cáscaras se someten a dos métodos de secado para obtener la harina.
El primero, “secado convectivo”, se realizó en un horno convencional, en donde se deshidrataron lotes de hasta 4 kilos de cáscara durante 24 horas. Mientras que con la “ventana refractiva” se empleó un sistema de calentamiento indirecto y circulación de aire que reduce el tiempo de exposición al calor. Aquí, se trabajaron varios lotes de 130 gramos de cáscara congelada, mezclados con 70 mililitros de agua hasta obtener una pasta uniforme.
Una vez finalizado el proceso, las cáscaras deshidratadas se molieron hasta obtener un polvo de partículas uniformes. El análisis de sus propiedades físicas reveló que la harina obtenida con ventana refractiva presenta mejor fluidez y compactación.
Los resultados confirman que la cáscara de pitahaya amarilla es mucho más que un residuo agrícola. La harina obtenida concentra alrededor de 64 gramos de fibra por cada 100 gramos de producto seco, una cantidad que supera los mínimos internacionales para considerarse como una excelente fuente de fibra.

