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Ecuador abandera la sostenibilidad pesquera

Ecuador abandera la sostenibilidad pesquera

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La sostenibilidad alimenticia es uno de los desafíos más importantes de la humanidad actual. Con una población mundial que llega a los 7.700 millones de habitantes y con una tasa de crecimiento superior al 1% anual, la presión sobre los recursos naturales aumenta de forma constante.

Una clara evidencia de esta realidad es la actividad pesquera. Según el último informe del Estado mundial de la pesca y la acuicultura de la FAO, se capturaron 96,4 millones de toneladas en 2018 y se estima que un tercio de las reservas de peces del mundo están sobreexplotadas.

De ahí la importancia de lograr un punto de equilibrio entre la salud de las poblaciones de peces y la viabilidad económica, pues la pesquería genera alrededor de $ 150.000 millones en ventas en el mundo, que sirven de sustento para miles de familias en cada país.

Para lograr esta sostenibilidad, organizaciones, empresas privadas y gobiernos han implementado medidas de ordenamiento pesquero no solo de alcance local sino también regional.

Ecuador es un ejemplo de este accionar, pues es parte de la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), que regula las capturas de túnidos en el Océano Pacífico Oriental.

El organismo implementa dos periodos de veda para el atún en el año, obliga la presencia de inspectores a bordo de los barcos, el registro detallado de las capturas, entre otras acciones, que son cumplidas por la flota atunera ecuatoriana (integrada por 116 embarcaciones), la más importante de la región por sus volúmenes de captura.

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Tunacons

A través de medidas de ordenamiento, nuestro país trabaja en la conservación del atún, el principal recurso de la industria pesquera nacional. Pero, hay más acciones en este sentido, tal es el caso de Tuna Conservation Group (Tunacons), que surgió en 2016 y está integrado por NIRSA, Servigrup, Eurofish, Grupo Jadrán y Tri Marine.

El director de Tunacons, Guillermo Morán, explica que las compañías se unieron para desarrollar un proyecto de mejoramiento pesquero (FIP, por sus siglas en inglés) cuyo objetivo es lograr la certificación de sostenibilidad de la pesquería del atún bajo los estándares de la Marine Stewardship Council (MSC), uno de los organismos más prestigiosos en este ámbito.

El plan de trabajo comenzó a implementarse en 2017 bajo tres principios: proteger las poblaciones de atunes, proteger los ecosistemas marinos que son parte del entorno de este recurso y fortalecer la administración de esta pesquería a nivel nacional e internacional, explica Morán.

Desde ese año hasta la actualidad, Tunacons ha trabajado en programas para reducir la pesca incidental y de especies protegidas como tiburones, tortugas, mantarrayas, etc., durante las capturas atuneras, a través de la capacitación de los capitanes y tripulantes de los barcos.

Otro aspecto importante es el recambio de los materiales de los plantados, que son sistemas de atracción artificial de los cardúmenes de atunes. Morán detalla que los plantados eran elaborados con material contaminante como el plástico, que no se degrada. “Se realizaron experimentos y estudios para ver opciones más amigables y hemos alcanzado un nivel de estudio para diseñar prototipos cien por ciento degradables, lo cual dejará de ser un elemento contaminante para los océanos”, asegura.

Paralelamente, Tunacons trabajó con la CIAT para evaluar el stock de las poblaciones de atún en el Pacífico Oriental, donde principalmente se capturan las especies barrilete, aleta amarilla y patudo. También colaboró con las autoridades del sector para fortalecer la administración de la pesquería de esta especie. Uno de los resultados fue el Plan Nacional del Atún, que está actualmente en vigencia.

Todas las acciones del proyecto se realizan con el respaldo del Fondo Mundial para la Naturaleza WWF, que es el organismo cooperante que avala el trabajo en sostenibilidad, que avanza por buen camino.

Morán afirma que el año anterior se realizó una evaluación para revisar el estatus del plan de trabajo y tras cumplir con unas recomendaciones de la MSC se inició el proceso de certificación. “Esperamos una respuesta para julio o agosto, a fin de saber si logramos el sello que certificaría la producción pesquera de las cinco empresas”, enfatiza.

 

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FIP del dorado

Conservation Mahi Mahi es el nombre del proyecto de mejoramiento pesquero (FIP) del dorado, una especie altamente migratoria y que pasa frente a las costas ecuatorianas.

La iniciativa comenzó en 2009 con la participación del Viceministerio de Acuacultura y Pesca, la Subsecretaría de Recursos Pesqueros, el Instituto Nacional de Pesca, gremios del sector y WWF Ecuador. Actualmente, siete empresas son parte.

Su ejecución lleva más de una década, por ser un proyecto complejo. Al tratarse de una pesquería artesanal, ha requerido un arduo trabajo no solo para lograr la sostenibilidad del recurso sino para reducir la pesca incidental de tortugas y tiburones en las faenas de pesca del dorado, reconoce Guillermo Morán, quien también es director de este FIP.

Durante todo este tiempo, se han concretado acciones importantes: rige una veda para el recurso, que se extiende de julio a octubre de cada año; hay un equipo de inspectores y observadores a bordo de los barcos, se establecieron tallas mínimas para la captura y se fortaleció la administración de la pesquería.

Al ser una especie migratoria, el principal desafío es lograr un protocolo regional para el manejo del recurso, asegura Pablo Guerrero, director de WWF Ecuador. Más aún porque Perú es el líder de las capturas de esta especie en el Pacífico Oriental con un 80%, seguido de Ecuador con el 15%.

Guerrero resalta que los científicos estiman que, con el trabajo conjunto, los niveles de mortalidad por pesca de dorado se mantendrían en los límites del rendimiento máximo sostenible. De acuerdo con los informes de la CIAT, que también ayuda en este esfuerzo, la población de dorado está saludable, no hay indicios de sobrepesca.

Los integrantes del FIP Conservation Mahi Mahi están a la espera de que los expertos den su visto bueno para avanzar a la fase de la certificación de sostenibilidad pesquera bajó los estándares de la MSC, que es el objetivo central. Morán estima que con un año más de trabajo se logrará iniciar el proceso.

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FIP de pelágicos

Las preocupantes cifras de sobreexplotación y sobrepesca de los pelágicos pequeños en el país, registradas hasta el 2017, llevó a la Cámara Nacional de Pesquería (CNP) y a tres empresas fabricantes de alimento balanceado, con el acompañamiento técnico de la oenegé Sustainable Fisheries Partnership, a diseñar un programa de mejoramiento pesquero (FIP).

Jimmy Anastacio, asesor de la CNP, recuerda que, tras meses de trabajo, en octubre de 2018, se aprobó el plan de acción del proyecto y se comenzó con el FIP, denominado Small Pelagics Sustainability, que busca alcanzar el estado saludable de estas poblaciones pesqueras y lograr la certificación MarinTrust.

Este sello está dirigido para la producción de harina de pescado, que es uno de los principales componentes del balanceado usado para la alimentación del camarón de piscina. Por ello, en la actualidad, cuatro empresas productoras de este insumo son parte del proyecto, en el cual también intervienen 16 armadores de barcos y procesadoras.

La meta es lograr la certificación en 2023 y, durante este tiempo, la organización MarinTrust realizará auditorías periódicas para evaluar los avances y cumplimientos según los estándares de gestión. Por ejemplo, explica Anastacio, en enero pasado se efectuó la evaluación del segundo año del proyecto.

Hasta el momento, el FIP ya registra datos positivos. A través de cruceros científicos se logró determinar la biomasa de pelágicos pequeños y se evidenciaron mejoras en las poblaciones gracias a la reducción de las capturas.

Anastacio indica que las evaluaciones de stock de 2019 mostraron que dos de las seis especies cubiertas por el proyecto han salido de su condición de sobreexplotación y ninguna de las seis especies muestra evidencia de sobrepesca.

Pero aún queda mucho por hacer, sobre todo para lograr la certificación, pues las empresas tanto pesqueras como industrias productoras de harina y aceite de pescado, necesitan implementar un sistema de trazabilidad basado en la sostenibilidad y aseguramiento de la calidad.

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