Vinos artesanales del Ecuador conquistan los paladares

Las deliciosas frutas que se cultivan en el país son la materia base para la elaboración de una variedad de vinos frutales. Productores y emprendedores han encontrado en esta actividad una opción interesante, no solo para aprovechar los excedentes de la producción, sino también para obtener buenos ingresos.

Un emprendimiento que encontró en las frutas una idea de negocio fue precisamente Vinos Cóndor Machay, marca que nació en el 2017 de la mano de los esposos Rosario Armijos y Diego Defaz. La materia prima es cien por ciento orgánica y proviene de comunidades que lo recolectan en los páramos.

El proceso empieza con la limpieza y desinfección de la fruta y continúa con la elaboración del mosto cocinado, al cual se le agrega agua, azúcar e ingredientes para su fermentación. El reposo de la mezcla toma seis meses, luego de ello se procede a su embotellado, etiquetado y distribución.

La marca -cuentan sus creadores- empezó su comercialización en las ferias del cantón Rumiñahui, Pichincha, con una buena acogida, lo que abrió mercado en varias provincias del país. Su planta produce de 1.500 a 2.000 botellas por mes, de vino de mortiño, de mora, de cereza y la hidromiel.

Recientemente, Cóndor Machay lanzó su nuevo sabor de arándano y ya realiza pruebas para la elaboración de vinos blancos. Una propuesta diferente la ofrece Vino Quinde. La marca nació en el 2015 y produce actualmente las variedades de mora, maracuyá y naranjilla. Su gerente técnico, Nelson Troncoso, explica que el producto es madurado en roble, su porcentaje de alcohol es de 12 grados Demisec y cuenta con registro sanitario.

Su producción se comercializa en el mercado nacional, a través de la cadena DiVino Wine y a clientes particulares; también se vendía a los turistas en las galerías de souvenirs de Quito y Otavalo, pero por las restricciones debido a la pandemia estas cerraron.

Troncoso destaca que también se han hecho entregas de muestras a Alemania y Países Bajos, con muy buena aceptación y que espera a futuro enviar su producción a estos destinos.

Una marca que aspira incrementar sus ventas, a medida que el turismo se reactive es Vino Chicaguiña. Esta bebida que nació a inicios del año 2000 con la reactivación productiva del durazno, capulí, manzana y mora por parte de la Asociación. Chicaguiña en Gualaceo, provincia del Azuay, cuenta hoy con una pequeña planta capaz de producir 600 botellas mensuales.

Su presidente, Orlando Fernández, señala que la iniciativa se dio con el fin de aprovechar la cosecha y generar valor agregado, y que fruto de ello surgieron sus vinos a base de capulí y mora. Estas bebidas son un ícono en la zona, especialmente, en las ferias artesanales donde se las comercializaba.

Hace unos años sus botellas se enviaban a los Estados Unidos por medio de los migrantes. Fernández destaca que la materia prima con las que se las elabora proviene de Gualaceo, Sigsig y Paute, así como del centro del país y que la misma cumple la Norma INEN 372. A futuro Vino Chicaguiña prevé mejorar sus procesos para aumentar su producción y ampliar sus variedades con la intención de llegar al extranjero.

Vino de miel
La miel también se ha convertido en la base para crear nuevos sabores. Una marca que ha innovado con esta propuesta es Agroindustria RM con Alvarium. Su propietario, José Luis Rivadeneira, cuenta que la idea surgió en el 2016 luego de que un amigo que vive en Islandia le comentara que en ese país se elabora cerveza a base de miel de abeja.

“Como a mí me gustaba el vino dije: si se puede hacer cerveza, se puede hacer vino y ahí empezó todo”, recuerda.

El proceso de producción de Alvarium, explica, se inicia con la recepción de la miel, la variedad con la que trabaja es la de flor de eucalipto, procedente de Imbabura y Tabacundo. Esta materia prima se procesa el mismo día y se la mezcla con agua purificada para su fermentación. A este mosto se le agregan levaduras fermentativas importadas de Francia hasta llegar a los 13.4 grados de alcohol. Una vez que se eliminan todas las impurezas, el licor se filtra, embotella, encorcha y almacena durante 30 a 60 días.

La planta de Agroindustria RM realiza entre 3 a 4 producciones al año en las que se elaboran unas 1.500 botellas.

El vino de miel Alvarium se comercializa a través de Facebook, en licorerías de Imbabura y Pichincha, y en restaurantes y hosterías. Rivadeneira señala que en el 2019 el producto llegó a Suiza y había planes para ampliar su venta, pero que la pandemia frenó el proceso. Pero confía en que una vez que se estabilice la economía pueda retomar las negociaciones y enviarlo también a España.

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